Un entorno “Healty Office” (oficina saludable) es aquel espacio de trabajo que, consciente de los beneficios en la producción que supone tener unos empleados sanos y felices en el trabajo, actúa conforme a ello y diseña un espacio y unas metodologías de trabajo que favorecen al bienestar de sus empleados. La universidad de Twente en Holanda, en colaboración con la empresa CBRE, llevó a cabo un estudio multidisciplinar a lo largo de 7 meses en el que 124 participantes se sometieron a cambios en su puesto de trabajo con el objetivo de transformarlo en una “Healthy Office”.
Está demostrado que el entorno en el que nos encontramos afecta de una u otra manera a nuestro bienestar. En los espacios de trabajo cerrados, por lo general, no se tiene en cuenta la repercusión del entorno sobre el empleado a la hora de diseñar el interior de la oficina (colores de las paredes, iluminación, disposición del mobiliario, olores, control del ruido…); teniendo en cuenta que los trabajadores pasan un tercio del día en su lugar de trabajo, si durante ese tiempo no se encuentran a gusto su rendimiento se verá afectado enormemente. El consumo excesivo de café y azúcar, los descansos para fumar, una iluminación estática y uniforme, la presencia de ruido, la ausencia de vegetación o ventanas con vistas al exterior… son prácticas que no favorecen a la creación de un entorno saludable. Además de una recaída en el rendimiento, un entorno de trabajo hostil puede generar en los empleados enfermedades como estrés o depresión, incapacitándoles totalmente durante largos periodos de tiempo.
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