“No tenemos una idea exacta de lo que controla el reloj biológico en la célula porque no hemos estados viendo la historia completa”, dijo Jennifer Hurley, investigadora principal del proyecto y Richard Baruch profesor asistente de ciencias biológicas y miembro del Centro de Biotecnología y Estudios Interdisciplinarios en el Instituto Politécnico de Rensselaer. Comprender la historia completa permitirá el desarrollo de nuevos medicamientos y tratamientos que se puedan utilizar para corregir las alteraciones del ritmo circadiano, que están asociadas con las diabetes, el alzheimer y otras enfermedades.
El sistema circadiano comprende un conjunto de proteínas centrales “reloj” que anticipan los ciclos día/noche actuando a sí mismo como brazos “positivos” y “negativos” de ese reloj a lo largo de las 24 horas del día. Presente en toda forma de vida de la Tierra, este reloj biológico en última instancia crea oscilaciones diarias en los niveles de enzimas y hormonas que afectan a la función celular, su división y crecimiento, así como parámetros fisiológicos como la temperatura corporal y la respuesta inmunitaria.
El brazo positivo del oscilador es el mejor entendido de los dos. Produce una proteína que hace que hasta un 40 por ciento del Ácido ribonucleico (ARN) en la célula oscile o fluctúe en el transcurso de 24 horas. Por el contrario se ha pensado que el brazo “negativo” da como resultado una proteína que haría poco más que reprimir los efectos del “positivo”.
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