Con un nuevo análisis de sangre, los investigadores de la Universidad de Medicina de Berlín pueden determinar el estado de los ritmos circadianos de una persona. Una vez conocido el estado del “reloj interno” del paciente, se podrían suministrar medicamentos a determinadas horas del día haciéndolos más efectivos y con menos efectos secundarios que las terapias convencionales.
Los ritmos circadianos son la base de muchas funciones del cuerpo humano. Esto se refleja en el hecho de que la eficacia de los medicamentos cambia según la hora del día en que se administran. Este efecto varía de una persona a otra dependiendo de si la persona es más madrugadora o en cambio es más nocturna. Además, este “reloj interno” no es un rasgo estable, y está influenciado por muchos factores, entre los que se incluyen la predisposición genética, edad, sexo, los niveles de luz ambiental y la época del año. Actualmente falta una herramienta de diagnóstico fácil y conveniente.
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