En los últimos años la iluminación LED ha tenido mayor presencia en la industria de la horticultura como una opción sustentable y eficiente, ya que por un lado tiene el potencial de contrarrestar algunos efectos climáticos que limitan su producción y por otro, es capaz de acelerar diversos procesos de los cultivos.
Este tipo de iluminación artificial utilizada en huertos e invernaderos, se diseñó en un principio para zonas con poca luz natural o para compensar su ausencia en los meses de invierno. Con anterioridad se usaban luminarios de sodio de alta presión (HPS) capaces de emitir tonos rojos y amarillos, así como fluorescentes que se instalaban en cámaras de cultivo por sus tonos azules con la finalidad de acelerar el proceso de fotosíntesis. Ahora con la tecnología LED, más allá de su eficacia y sustentabilidad, el agricultor tiene la opción de alterar su espectro de luz, lo que permite elegir el más adecuado para cada tipo de cultivo.
Ya que un buen resultado de crecimiento puede no serlo para otro, por ejemplo, para unas lechugas de buena calidad y mejor sabor se necesita retrasar o inhibir la floración, en este caso conviene más un tratamiento con luz ultravioleta (con moderación ya que una exposición prolongada genera daños en el ADN de la planta), circunstancia opuesta con las rosas que puede beneficiarles la luz roja para estimular su crecimiento. En este sentido el comportamiento de la luz no se debería evaluar desde el punto de vista de la eficiencia eléctrica sino del agricultor y sus necesidades.
Leer más AQUÍ