Un grupo de científicos vascos consigue unir una molécula a cables de grafeno, creando un dispositivo electrónico mil veces más pequeño que un pelo y capaz de actuar como una fuente de almacenamiento o un pequeño led
Desde hace años, las investigaciones científicas han demostrado que una molécula podría utilizarse como un componente electrónico más. Tener en casa una partícula que sirva como fuente de almacenamiento o como un pequeño led que emita luz parece más propio de una novela de ciencia ficción, pero gracias a un grupo de físicos vascos la posibilidad es más real que nunca. Mediante “un dispositivo único”, unos cables de grafeno que se sueldan a ella, el grupo ha conseguido construir el dispositivo electrónico más pequeño del planeta.
“Los circuitos actuales utilizan cables del tamaño de una fracción de un pelo, mil veces más grandes que una molécula, para traspasar la corriente a un dispositivo. Es como tratar de conectar un hombre con dos montañas tan grandes como el Everest”, asegura Nacho Pascual, líder del equipo que ha estado formado por físicos del CIC Nanogune, del Donostia International Physics Center (DIPC) y del Centro de Física de Materiales (CFM), así como por químicos sintéticos del Ciqus de Santiago de Compostela. “Nosotros hemos conseguido salvar ese obstáculo que parecía insalvable”, añade.
Aunque el resultado final del grupo, publicado recientemente en la revista Science Advances, es fruto de tres años de estudio, la idea de utilizar un átomo como componente electrónico viene de tiempo atrás. La molécula, como parte de la hemoglobina, además de ser la responsable de transportar el oxígeno a la sangre, actúa como un pequeño imán. A partir de ese conocimiento, numerosos científicos han analizado cómo actuaría ante corrientes electrónicas, sin poder llegar a materializarlo ante la falta de un método con el que conectar de forma eficaz la molécula.
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