Un estudio publicado ayer en Cell Metabolism da cuenta de que las variaciones en los niveles de oxígeno en alrededores pueden restablecer y reiniciar los relojes circadianos de los ratones. Ello, de ser replicable en humanos, podría marcar una senda para que las aerolíneas regulen la presión de aire al interior de las cabinas de sus aeronaves para así ayudar a sus pasajeros a combatir mejor el jet lag —el trastorno del sueño y la alimentación producido por un viaje en avión con cambios horarios considerables.
Principalmente la luz, la comida y la temperatura son los factores que determinan los ritmos circadianos, que no son otras cosa que los ritmos biológicos de nuestro organismo, los procesos de nuestro cuerpo que varían en lapsos regulares de tiempo, como es el caso del sueño.
Pero el autor principal de la reciente investigación, Gad Asher, científico senior en el Instituto de Ciencia Weizmann en Rehovot, Israel, con sus colegas, incluyendo los postdoctorandos Yaarit Adamovich y Benjamin Ladeuix, planteó la interrogante sobre si el oxígeno también podría afectar los ritmos circadianos, pues su absorción en los animales varía de acuerdo con la ingesta de comidas y los cambios de temperatura.
Los investigadores demostraron que cambiar la concentración de oxígeno en las células de un ratón en solo 3%, dos veces al día, sincronizará al roedor en un determinado ritmo circadiano. Los científicos presumían que la proteína HIF1α, que controla el metabolismo celular, era el enlace entre el oxígeno y el reloj circadiano, pues juega un papel importante en la homeostasis del oxígeno (la regulación de la oxigenación regular). Así, se halló que las células con niveles bajos HIF1α no se sincronizarán en función a las variaciones de oxígeno.