Es ampliamente aceptado como, además de los factores genéticos, el estilo de vida juega un papel principal en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Estudios han demostrado como más del 60% de los eventos coronarios se podrían prevenir manteniendo un estilo de vista saludable. Los factores ambientales, en particular la exposición a la luz solar, claramente juegan un papel en el desarrollo de enfermedades coronarias. Durante los estudios realizados por el Consejo de Investigación Médica, se observó que durante el verano la presión arterial era consistentemente más baja durante el invierno, y que la incidencia de la mortalidad cardiovascular es más alta en los meses de invierno y se relaciona inversamente con la exposición a la luz solar.
El espectro electromagnético de la luz solar está compuesto en un 49% por infrarrojos y microondas, seguido por el espectro de luz visible (44%; longitud de onda entre 400-700 nm) y finalmente por luz ultravioleta (7%, longitud de onda entre 10-400 nm). La mayoría de estudios sobre los efectos biológicos de la luz solar se han centrado en luz UV, demostrando que esta puede provocar la liberación de óxido nítrico de la piel y disminuir la presión arterial. En contraste con la luz visible, la aplicación local de la luz ultravioleta conlleva un riesgo cancerígeno. Es por ello que se han empezado a investigar los efectos biológicos de la luz azul visible (420-453 nm) que no es cancerígena. El actual estudio de la Universidad de Surrey y la Universidad Heinrich Heine de Düsseldorf, va en esa línea investigando si la exposición a la luz azul sin rayos UV puede disminuir la presión arterial y aumentar la función endotelial en sujetos sanos.
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