Más de tres millones y medio de estadounidenses padecen algún tipo de autismo. El costo anual para sus cuidados fluctúa entre 236 y 262 mil millones de dólares. La lucha contra el autismo no es sólo correcta sino un imperativo para la salud pública y la economía. En este sentido, el diseño de iluminación puede jugar un papel clave.
La división de iluminación de Eaton habló con expertos en salud y diseño sobre el impacto del diseño en las personas con autismo y algunos tipos de desórdenes neurológicos. Kim Steele es directora de Iniciativas de Salud Urbana para The Elemental Group, y Sherry Ahrentzen es profesora en estudios de la vivienda para la Universidad de Florida. Steele y Ahrentzen son coautoras del libro “At Home with Autism: Designing Housing for the Spectrum” (Policy Press at the University of Bristol, 2015).
¿Es mejor proveer espacios e iluminación especialmente diseñados o ambientes neurotípicos (para personas que no están dentro del espectro autista)?
Ahrentzen: No hay una sola respuesta correcta. Siempre habrá circunstancias y condiciones particulares que dicten la mejor solución para cada situación. Se deberá considerar dónde está la gente, así como sus problemas de salud, los recursos y los sistemas de apoyo.
Steele: Las aplicaciones residenciales nos dan la capacidad de adaptar el entorno. Algunos tipos de iluminación pueden causar estragos en las personas que están dentro del espectro autista, y nuestro objetivo es darles la más alta calidad de vida posible. Vale la pena señalar que las soluciones de iluminación que a menudo funcionan bien para el autismo también funcionan para la población en general. A nadie le gustan las luces parpadeantes y la gente con autismo puede tener una respuesta más sensible a éstas.