Durante los últimos años ha crecido la preocupación en torno a los efectos biológicos de los campos electromagnéticos. Se han publicado miles de artículos e informes privados y de las instituciones públicas que describen los cambios que se pueden producir en nuestros organismo y que certifican el daño de una exposición a campos electromagnéticos de gran intensidad, aunque también aclaran, y así se postula la OMS, que no existen resultados que confirmen que la exposición a campos de baja intensidad tenga consecuencias negativas sobre nuestra salud.
Hemos recuperado un dictamen del SCENIHR del año 2015 que examina los datos más recientes sobre los efectos para la salud de las últimas tecnologías.
¿QUÉ SON LOS CAMPOS ELECTROMAGNÉTICOS?
Un campo electromagnético (CEM) es un campo físico producido por partículas fijas, giratorias o en movimiento con carga eléctrica. Los CEM no son un fenómeno reciente de la era de los ordenadores y teléfonos móviles: existen campos eléctricos y magnéticos en la naturaleza. Pese a que son invisibles, fenómenos como los rayos o el movimiento de la aguja de una brújula constituyen pruebas tangibles de su existencia. Los dispositivos eléctricos y las nuevas tecnologías también generan CEM. La omnipresencia de estas nuevas tecnologías (tales como ordenadores portátiles, teléfonos móviles, cocinas de inducción y redes inalámbricas) ha suscitado preocupaciones sobre los posibles efectos de los CEM para la salud.